¡Vaya, vaya! Marco Rubio, el secretario de Estado de Trump, planea visitar México con la bandera de la cooperación en alto. Reconoce que la violencia política en nuestro país es una realidad innegable y que el crimen organizado ya no respeta fronteras ni campañas políticas. ¡Qué detalle! Promete «ayuda» a Claudia Sheinbaum para combatir a los cárteles, aunque la mayoría de las armas ilegales siguen entrando desde su frontera. Está bien que quiera venir a charlar, pero sería más útil si realmente hiciera algo para detener la industria del caos. México no necesita promesas vacías, sino verdadera corresponsabilidad.
Por otro lado, desde el púlpito, la Iglesia católica levanta la voz contra el crimen organizado después de la trágica muerte de Ximena Guzmán y José Muñoz, quienes trabajaban con Clara Brugada, la jefa de Gobierno de la CDMX. Parece que creen que con un simple regaño dominical van a detener a aquellos que gobiernan con plomo. El obispo auxiliar Francisco Javier Acero Pérez deja claro que no hay espacio para dialogar con asesinos, pero insiste en «mediar» por la paz. Lamentablemente, la violencia sigue avanzando y el narcotráfico sigue imponiendo su ley en zonas donde ni el evangelio ni la Guardia Nacional pueden entrar. Los sermones resuenan con fuerza… pero solo dentro de las paredes del templo. Fuera de ahí, la realidad nos recuerda que la paz sigue siendo un sueño lejano.
En un tono más político, Luisa María Alcalde, líder de Morena, critica al PRIAN por sacar provecho político de una tragedia, pero se olvida de que la 4T ha estado utilizando las muertes ajenas como bandera de campaña desde hace tiempo. Ahora que la violencia ha llegado a la capital, piden calma y confianza en las autoridades. ¿Quién se beneficia más de la violencia: los que denuncian o los que minimizan? Todos parecen usar el dolor como argumento, pero pocos asumen la responsabilidad que conlleva. Si la muerte de Ximena Guzmán y José Muñoz se convierte en un botín político, entonces la política ha perdido su esencia.
En resumen, entre cateos, confiscaciones de armas y cartuchos, y políticos prometiendo votos por jueces desconocidos, México se encuentra en un momento donde la corrupción y la violencia amenazan con destruirlo todo. Parece que todos tienen algo que decir, pero ¿realmente están haciendo algo al respecto? Quizás es momento de dejar de lado las promesas vacías y comenzar a tomar medidas concretas para frenar la ola de caos que azota al país. ¡Qué lío! ¡Esperemos que pronto veamos un cambio real en la situación actual!
