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El desafío de poner en marcha un tren: claves y consejos

A un año de iniciadas sus operaciones, el Tren Maya, emblema del mandato del expresidente Andrés Manuel López Obrador, dista técnica, económica, ambiental y legalmente de lo prometido desde su concepción entre 2018 y 2019, de acuerdo con la propia información oficial y las evidencias hasta ahora documentadas en sus siete tramos. Durante las consultas hechas a representantes de las comunidades indígenas y pueblos originarios en 2019, lo mismo que al empresariado y a la ciudadanía en general, se les dijo que sería un proyecto ejemplar en el cuidado ambiental, cuya construcción no requeriría “tirar ni un solo árbol”; que contaría con estudios de todo tipo para garantizar los menos impactos posibles. Se aseguró que respetaría el marco legal vigente, que volvería “socios” del negocio a los propietarios de la tierra a través de Fideicomisos de Infraestructura y Bienes Raíces (Fibras), que mejoraría la movilidad de la población y que constituiría una atracción para turistas extranjeros. Nada de ello se ha cumplido. Carente de proyecto ejecutivo y de una planificación sólida, sufrió innumerables cambios, lo mismo de ruta que de trazo, y hasta de manos. A cargo de su desarrollo estaba el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), que pasó la estafeta a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y a la empresa pública Olmeca-Maya-Mexica en 2024.

### Cambios profundos en el proyecto
La salida del equipo multidisciplinario original, liderado por el entonces director del Fonatur, Rogelio Jiménez Pons, relevado a finales de diciembre del 2021, implicó cambios profundos del proyecto, como la caída de diversos acuerdos con poblaciones ejidales en tramos como el 4, el 5 y el 6, y de los monitoreos de impactos ambientales y sociales en los siete tramos ferroviarios. La interlocución con la sociedad, especialmente con grupos ambientalistas e indígenas en la región, tejida de inicio por el equipo de Jiménez Pons, se rompió, específicamente con algunas agrupaciones de Campeche, Quintana Roo y Yucatán.

### Críticas al proyecto
Hoy, ya con la supuesta operación del circuito completo, para el Grupo Ecologista del Mayab (GEMA) -la asociación ecologista con mayor peso y antigüedad en Quintana Roo- y para el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), especializado en esa materia, el Tren Maya simboliza la devastación ambiental, el retroceso en materia jurídica, el despojo de tierras, el fracaso en materia de movilidad para la población y de la mínima atracción turística.

### Llamado a la pausa y revisión
Aarón Siller, director regional del Cemda, señaló la necesidad de hacer una pausa en el proyecto, revisar lo hecho, elaborar estudios que determinen el nivel de impactos para conocer y analizar la contaminación del acuífero, la interrupción de flujos hídricos, de la conectividad y de seguridad de la infraestructura existente; mitigar la afectación y financiar todo ello con el presupuesto asignado para la consecución de las obras, que ni siquiera se han terminado en tramos como el 5, 6 y 7. Un proyecto mal planificado y mal desarrollado.

En conclusión, el Tren Maya ha enfrentado numerosos desafíos y críticas desde su inicio, lo que ha llevado a cuestionamientos sobre su viabilidad y consecuencias para el medio ambiente y las comunidades locales. Es fundamental revisar a fondo su implementación y considerar los impactos actuales y potenciales antes de seguir adelante con el proyecto.